ACERCA DEL LAVADO DE ACTIVOS
Como comenté en el artículo sobre inversión extranjera, publicado en el Listín Diario el 13 de diciembre del 2004, la inversión extranjera ilegal “es la que incluye el dinero generado por el lavado, la corrupción y el narcotráfico, y obviamente es la que debemos evitar a toda costa. Razones son muchas, como ejemplo tenemos que esta crea mayor corrupción en el país que la acoge y mina los valores morales de la sociedad.”
En la actualidad se debate sobre cómo combatir el narcotráfico y la corrupción, sin embargo, desde el surgimiento del primero de estos fenómenos no se ha querido investigar los rastros que dejan esas inversiones por las asociaciones que existen entre los narcotraficantes con grupos políticos, militares y empresariales dominicanos. Está claro que la corrupción está estrechamente vinculada a partir del dinero que surge en el acto del lavado, cuyo producto proviene del tráfico ilegal de drogas.
Es mucho más fácil seguir la pista que deja el dinero, en estos casos, del que proviene de la evasión fiscal, pues el procedimiento es inverso, es decir, mientras que el evasor debe esconder las ganancias fruto de sus hechos, el que lava presenta una fortuna de la noche a la mañana y no puede probar la legitimidad del orígen de la misma, hace inversiones aunque no sean rentables (una discoteca en el medio de la nada), a diferencia de los empresarios reales este gasta de manera desproporcionada, y su modo de vida es el efecto de demostrar su importancia económica.
El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha invertido cuantiosos recursos en instituciones y proyectos, cuyo objetivo es preparar a la sociedad contra el lavado de activos, el narcotráfico y la corrupción que esta genera, pero por temor o compromisos de grupos de poder, la misma no ha podido ser eficiente y la violencia actual es consecuencia de complicidades pasadas.
Lamentablemente estos señores, “respetados” por su poder económico, son los que financian ciertas campañas políticas, y utilizan algunos medios de comunicación para elevar su imagen ante una sociedad que queda presa ante las falacias de esos grupos, logrando a la vez impunidad al comprar conciencias y voluntades en todos los estratos de la sociedad, comprometiendo con esto el futuro de una parte de la juventud de nuestro país que cae ante el flajelo de las drogas.
Solo con hechos contundentes, algunos los hemos estado viendo en los últimos días, se puede frenar esta ola de criminalidad y corrupción que arropa al país, por lo que no se puede transigir con los narco-políticos, ni con los narco-militares ni tampoco con los narco-empresarios, si queremos organizar libre de escoria la República Dominicana.
En la actualidad se debate sobre cómo combatir el narcotráfico y la corrupción, sin embargo, desde el surgimiento del primero de estos fenómenos no se ha querido investigar los rastros que dejan esas inversiones por las asociaciones que existen entre los narcotraficantes con grupos políticos, militares y empresariales dominicanos. Está claro que la corrupción está estrechamente vinculada a partir del dinero que surge en el acto del lavado, cuyo producto proviene del tráfico ilegal de drogas.
Es mucho más fácil seguir la pista que deja el dinero, en estos casos, del que proviene de la evasión fiscal, pues el procedimiento es inverso, es decir, mientras que el evasor debe esconder las ganancias fruto de sus hechos, el que lava presenta una fortuna de la noche a la mañana y no puede probar la legitimidad del orígen de la misma, hace inversiones aunque no sean rentables (una discoteca en el medio de la nada), a diferencia de los empresarios reales este gasta de manera desproporcionada, y su modo de vida es el efecto de demostrar su importancia económica.
El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha invertido cuantiosos recursos en instituciones y proyectos, cuyo objetivo es preparar a la sociedad contra el lavado de activos, el narcotráfico y la corrupción que esta genera, pero por temor o compromisos de grupos de poder, la misma no ha podido ser eficiente y la violencia actual es consecuencia de complicidades pasadas.
Lamentablemente estos señores, “respetados” por su poder económico, son los que financian ciertas campañas políticas, y utilizan algunos medios de comunicación para elevar su imagen ante una sociedad que queda presa ante las falacias de esos grupos, logrando a la vez impunidad al comprar conciencias y voluntades en todos los estratos de la sociedad, comprometiendo con esto el futuro de una parte de la juventud de nuestro país que cae ante el flajelo de las drogas.
Solo con hechos contundentes, algunos los hemos estado viendo en los últimos días, se puede frenar esta ola de criminalidad y corrupción que arropa al país, por lo que no se puede transigir con los narco-políticos, ni con los narco-militares ni tampoco con los narco-empresarios, si queremos organizar libre de escoria la República Dominicana.
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