¿Cómo estar en contra de las cuotas políticas, sin que te quemen en la hoguera?
Aunque la primera parte de este título puede sonar discriminatorio, y como también, me pueden acusar de hereje aquellos grupos que defienden el concepto que trato de analizar, haré mi mejor esfuerzo en el mínimo espacio con el fin de hacerme entender.
Primero que nada, estoy de acuerdo que se debe patrocinar e incentivar la participación de todos los grupos (mayoritarios o minoritarios), no importando su raza, origen, credo, sexo, u otra característica distintiva. Estoy en contra de cualquier forma de discriminación. Lo que no podemos hacer es imponer cuotas obligatorias como camisa de fuerza que estará patrocinando la mediocridad participativa, cuando la escogencia de ciudadanos para llenar dichas cuotas sean las personas menos idóneas o preparadas para ocupar esos cargos y que simplemente están allí para llenar requisitos, dejando a un lado a candidatos de otros segmentos cuyo currículum es el idóneo para el puesto.
Los partidos tradicionales han impuesto las cuotas como forma de populismo y demagogia, las cuales traen como consecuencia la cualquierización de sus liderazgos, pues utilizan las mismas con el fin de avasallar una tendencia sobre la otra. Esa es la verdadera razón que se esconde detrás de la intención de dar una participación a todos los grupos.
Hay que educar a los diferentes segmentos para que se integren en las actividades y se les tienen que dar una participación real, eso es lo que se debe patrocinar, pues la cantidad medida en porcentajes no implica la calidad de sus miembros.
Por otro lado, la conquista de los derechos de cualquier grupo poblacional siempre se ha obtenido mediante la organización y la lucha (pacífica o no) de sus miembros, por lo que ganar cualquier tipo de derecho por resolución o imposición sin haber tomado conciencia de cuáles son sus intereses, sería como darles un arma sin saber utilizarla.
Un ejemplo que puede enseñarnos que las cosas impuestas no dan buen resultado, es el caso de forzar el desarrollo de la democracia en Irak. Los resultados son que la medicina ha sido peor que la enfermedad.
Primero que nada, estoy de acuerdo que se debe patrocinar e incentivar la participación de todos los grupos (mayoritarios o minoritarios), no importando su raza, origen, credo, sexo, u otra característica distintiva. Estoy en contra de cualquier forma de discriminación. Lo que no podemos hacer es imponer cuotas obligatorias como camisa de fuerza que estará patrocinando la mediocridad participativa, cuando la escogencia de ciudadanos para llenar dichas cuotas sean las personas menos idóneas o preparadas para ocupar esos cargos y que simplemente están allí para llenar requisitos, dejando a un lado a candidatos de otros segmentos cuyo currículum es el idóneo para el puesto.
Los partidos tradicionales han impuesto las cuotas como forma de populismo y demagogia, las cuales traen como consecuencia la cualquierización de sus liderazgos, pues utilizan las mismas con el fin de avasallar una tendencia sobre la otra. Esa es la verdadera razón que se esconde detrás de la intención de dar una participación a todos los grupos.
Hay que educar a los diferentes segmentos para que se integren en las actividades y se les tienen que dar una participación real, eso es lo que se debe patrocinar, pues la cantidad medida en porcentajes no implica la calidad de sus miembros.
Por otro lado, la conquista de los derechos de cualquier grupo poblacional siempre se ha obtenido mediante la organización y la lucha (pacífica o no) de sus miembros, por lo que ganar cualquier tipo de derecho por resolución o imposición sin haber tomado conciencia de cuáles son sus intereses, sería como darles un arma sin saber utilizarla.
Un ejemplo que puede enseñarnos que las cosas impuestas no dan buen resultado, es el caso de forzar el desarrollo de la democracia en Irak. Los resultados son que la medicina ha sido peor que la enfermedad.
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