REFLEXIONES SOBRE LA GOBERNABILIDAD
“Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.” Aldous Huxley
“Los pueblos que desconocen su historia, están condenados a repetirla.” Juan Bosch
Tomando como referencia la época de 1898-1929, la de los caudillos, que tanto perjudicó al país y fue motivo del desorden económico y social que culminó con la intervención norteamericana del 1916 y el ascenso de Trujillo en 1930. Como además, observando el panorama latinoamericano con la pérdida de credibilidad del sistema de partidos políticos y la corrupción gubernamental en países como Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela, que trajo como consecuencias el deterioro del desarrollo económico y social. Son lecciones que no debemos olvidar, pues estamos a las puertas de que nuestras instituciones pierdan toda su credibilidad y el caos sea el que rija los destinos de nuestro país.
Es obvio que no todas las luchas políticas causadas por asuntos de intereses económicos o de liberación nacional tienen un mismo estilo: unas se combaten de forma pacífica (M. Gandhi), otras mediante el uso de la fuerza (fascismo). Por lo que no podemos insistir en utilizar la fuerza, el desorden o el circo como modo de enderezar los destinos de la República.
Nunca se puede claudicar con los principios democráticos, ni tratar de forma antidemocrática a los que dicen defender esos principios y actúan en contra de ellos. Esos grupos solo piensa en intereses personales y han dejado una estela de desorden, corrupción y compromisos con los intereses más bajos de la sociedad. Hay que responderles con carácter utilizando la ley que violan descaradamente.
Algunos que nos representan no emulan aquellos fundadores de la época dorada de la democracia griega ni romana, que legislaban por el bien común. Solo hay que recordarles que cambiaron la constitución por una reelección, aprobaron préstamos en exceso con acreedores bilaterales y con la banca privada internacional para proyectos cuestionables, incluyendo los bonos soberanos que sus recursos fueron pobremente aprovechados. Rumores de prebendas para legislar manchan a todos por las culpas de unos pocos.
Los organismos pertenecientes a la sociedad civil cuya razón de ser es defender los mejores intereses, han sido tímidos en sus pronunciamientos en contra del chantaje que impera en este grupo, que utiliza la fundación filibustera “Rent-an-economist” con el fin de hacerse de un marco teórico para lograr el desorden macroeconómico y romper con las negociaciones con el F.M.I., que al final de cuentas los beneficiará de forma económica y política, perjudicando a la sociedad en general y a los más pobres en particular. Debemos recordar que este grupo comete tres de los siete (7) pecados citados por Mahatma Gandhi: Ser rico sin trabajar, conocimientos sin carácter y políticas sin principios.
“Los pueblos que desconocen su historia, están condenados a repetirla.” Juan Bosch
Tomando como referencia la época de 1898-1929, la de los caudillos, que tanto perjudicó al país y fue motivo del desorden económico y social que culminó con la intervención norteamericana del 1916 y el ascenso de Trujillo en 1930. Como además, observando el panorama latinoamericano con la pérdida de credibilidad del sistema de partidos políticos y la corrupción gubernamental en países como Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela, que trajo como consecuencias el deterioro del desarrollo económico y social. Son lecciones que no debemos olvidar, pues estamos a las puertas de que nuestras instituciones pierdan toda su credibilidad y el caos sea el que rija los destinos de nuestro país.
Es obvio que no todas las luchas políticas causadas por asuntos de intereses económicos o de liberación nacional tienen un mismo estilo: unas se combaten de forma pacífica (M. Gandhi), otras mediante el uso de la fuerza (fascismo). Por lo que no podemos insistir en utilizar la fuerza, el desorden o el circo como modo de enderezar los destinos de la República.
Nunca se puede claudicar con los principios democráticos, ni tratar de forma antidemocrática a los que dicen defender esos principios y actúan en contra de ellos. Esos grupos solo piensa en intereses personales y han dejado una estela de desorden, corrupción y compromisos con los intereses más bajos de la sociedad. Hay que responderles con carácter utilizando la ley que violan descaradamente.
Algunos que nos representan no emulan aquellos fundadores de la época dorada de la democracia griega ni romana, que legislaban por el bien común. Solo hay que recordarles que cambiaron la constitución por una reelección, aprobaron préstamos en exceso con acreedores bilaterales y con la banca privada internacional para proyectos cuestionables, incluyendo los bonos soberanos que sus recursos fueron pobremente aprovechados. Rumores de prebendas para legislar manchan a todos por las culpas de unos pocos.
Los organismos pertenecientes a la sociedad civil cuya razón de ser es defender los mejores intereses, han sido tímidos en sus pronunciamientos en contra del chantaje que impera en este grupo, que utiliza la fundación filibustera “Rent-an-economist” con el fin de hacerse de un marco teórico para lograr el desorden macroeconómico y romper con las negociaciones con el F.M.I., que al final de cuentas los beneficiará de forma económica y política, perjudicando a la sociedad en general y a los más pobres en particular. Debemos recordar que este grupo comete tres de los siete (7) pecados citados por Mahatma Gandhi: Ser rico sin trabajar, conocimientos sin carácter y políticas sin principios.