Monday, June 06, 2005

REFLEXIONES SOBRE LA GOBERNABILIDAD

“Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.” Aldous Huxley

“Los pueblos que desconocen su historia, están condenados a repetirla.” Juan Bosch

Tomando como referencia la época de 1898-1929, la de los caudillos, que tanto perjudicó al país y fue motivo del desorden económico y social que culminó con la intervención norteamericana del 1916 y el ascenso de Trujillo en 1930. Como además, observando el panorama latinoamericano con la pérdida de credibilidad del sistema de partidos políticos y la corrupción gubernamental en países como Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela, que trajo como consecuencias el deterioro del desarrollo económico y social. Son lecciones que no debemos olvidar, pues estamos a las puertas de que nuestras instituciones pierdan toda su credibilidad y el caos sea el que rija los destinos de nuestro país.

Es obvio que no todas las luchas políticas causadas por asuntos de intereses económicos o de liberación nacional tienen un mismo estilo: unas se combaten de forma pacífica (M. Gandhi), otras mediante el uso de la fuerza (fascismo). Por lo que no podemos insistir en utilizar la fuerza, el desorden o el circo como modo de enderezar los destinos de la República.

Nunca se puede claudicar con los principios democráticos, ni tratar de forma antidemocrática a los que dicen defender esos principios y actúan en contra de ellos. Esos grupos solo piensa en intereses personales y han dejado una estela de desorden, corrupción y compromisos con los intereses más bajos de la sociedad. Hay que responderles con carácter utilizando la ley que violan descaradamente.

Algunos que nos representan no emulan aquellos fundadores de la época dorada de la democracia griega ni romana, que legislaban por el bien común. Solo hay que recordarles que cambiaron la constitución por una reelección, aprobaron préstamos en exceso con acreedores bilaterales y con la banca privada internacional para proyectos cuestionables, incluyendo los bonos soberanos que sus recursos fueron pobremente aprovechados. Rumores de prebendas para legislar manchan a todos por las culpas de unos pocos.

Los organismos pertenecientes a la sociedad civil cuya razón de ser es defender los mejores intereses, han sido tímidos en sus pronunciamientos en contra del chantaje que impera en este grupo, que utiliza la fundación filibustera “Rent-an-economist” con el fin de hacerse de un marco teórico para lograr el desorden macroeconómico y romper con las negociaciones con el F.M.I., que al final de cuentas los beneficiará de forma económica y política, perjudicando a la sociedad en general y a los más pobres en particular. Debemos recordar que este grupo comete tres de los siete (7) pecados citados por Mahatma Gandhi: Ser rico sin trabajar, conocimientos sin carácter y políticas sin principios.

Wednesday, June 01, 2005

FALACIAS DE LA AUTORREGULACION

Se define la autorregulación como el proceso voluntario de control y monitoreo interno que tiene una organización con capacidad para el análisis real de las situaciones, con fines de hacer una autocrítica para llevar a cabo y de manera flexible los correctivos de lugar. De otra manera, puede decirse que es ajustarse de manera voluntaria a las normas y leyes impuestas en una sociedad.

En la actualidad, este término está asociado en la forma en que las corporaciones privadas y los gobiernos desean manejarse, entendiendo que la sociedad debe de darles un voto de confianza. En el ámbito empresarial, este concepto está estrechamente vinculado con la responsabilidad social (corporate social reponsibility), el medio ambiente y las relaciones públicas.

El Dr. Milton Friedman en su libro Capitalismo y libertad indica que ”En una economía libre hay una y sólo una responsabilidad en los negocios: usar los recursos y embarcarse en actividades destinadas a incrementar los beneficios, siempre que uno se mantenga dentro de las reglas del juego, es decir, en un sistema libre, competitivo, sin engaños ni fraudes”. Como es lógico, la organización es pensada para obtener beneficios, por lo que la autorregulación de cualquier sector o industria no es aplicable en ningún caso.

El profesor Peter Drucker retoma el concepto de la responsabilidad social e indica que la razón de que exista una empresa es para crear un cliente, sin embargo, él va más allá de sólo tomar en cuenta el beneficio y la creación de valor para los accionistas. En su artículo “La nueva sociedad de organizaciones” indica que: “El resultado de la responsabilidad social es también inherente en la sociedad de organizaciones. La organización moderna tiene y debe tener mucho poder social.” Para más adelante indicar: “Cada organización tiene que asumir completa responsabilidad sobre su impacto sobre los empleados, el ambiente, los clientes y cualquier cosa o persona a la que afecta. Esta es su responsabilidad social.” Por último dice que: “Tiene que haber personas responsables para que se alcance la misión de la organización, su espíritu, su ejecución, sus resultados. La sociedad, la comunidad y la familia pueden tener "líderes", pero sólo las organizaciones reconocen una "dirección". Y mientras la dirección tiene que tener una considerable autoridad, su papel en la organización moderna no es mandar, sino inspirar.”

Se puede estar de acuerdo con el profesor Drucker, sin embargo, la responsabilidad de la empresa es con los accionistas y en muchos casos puede haber conflictos de intereses respecto al tema social, de salud pública, de medio ambiente, entre otros. Por lo que la autorregulación sería un concepto platónico.

A partir de la década de 1990, la globalización ha auspiciado la fusión repetitiva de compañías, por lo que ahora la existencia de monopolios, o en algunos casos de oligopolios, es algo normal en las diversas industrias. Existen casos desde los productores de “commodities” como el petróleo y sus derivados, o las que producen materias primas para otras industrias. También las productoras de alimentos o medicinas hasta las empresas de servicios financieros o de informática.

Aunque estos hechos han tenido un gran impacto, pues se han descubierto carteles dentro de industrias oligopólicas que fijaron precios en detrimento de los consumidores (caso de las vitaminas en el año 1999), en los últimos años han habido relajamientos en las normas antimonopólicas de los países desarrollados, por lo que cada vez existen más casos donde es imposible sostener que la autorregulación puede funcionar.

Otros casos, son los que ocurren hoy en día en la industria farmacéutica norteamericana, donde la FDA (Food and Drug Administration) ha sido benigna en la aprobación de una serie de productos que al poco tiempo las empresas han tenido que retirar por probados efectos secundarios que atentan contra la salud del que los utiliza. En décadas anteriores no existían, por parte de la F.D.A., estos tipos de aprobaciones de productos vía un “fast track”. Los motivos que han esgrimido al relajamiento de las normas es supuestamente por la vocación autorreguladora de la industria, sin embargo la misma ha sido un dolor de cabeza recurrente para las autoridades norteamericanas.

También, han sucedido casos donde la misma F.D.A. ha tenido que involucrarse en asuntos de campañas publicitarias de productos farmacéuticos donde ha existido una práctica recurrente de poca ética al presentar atributos a productos que no los tienen o simplemente ubicarlos por encima de la realidad clínica.

Para finalizar, quiero indicar que este concepto no solo se aplica a las empresas privadas, pues vemos que algunos gobiernos suponen que pueden autorregularse. Esto viene dado a que sus ideólogos piensan que lo saben todo. Para estos casos, como los hechos ocurridos en el pasado reciente de nuestro país durante el período del año 2000 al 2004, cuando las organizaciones nacionales no pudieron ser capaces de regular los destinos en que se encaminaba el país, necesariamente existen como consecuencia a la falta de los primeros, organismos internacionales como la O.N.U. o el F.M.I., que son los que en última instancia corrigen las desviaciones producidas por los “autorreguladores”.

Definitivamente la autorregulación es una falacia, pues nadie puede ser juez y parte a la vez, por lo que es necesario de organismos reguladores comprometidos en la defensa de los intereses tanto de los consumidores como el de la sociedad en general. Por supuesto, todo dentro de la estructura de libre mercado.